Capa

Los filántropos

Rudolph, Dieter Paul Tradução: Nieto Silva, Eva
BARATARIA
07 / 2011
9788495764737
978-84-95764-73-7
Castelhano
MAR NEGRO
Narrativa

Sinopse

En la firma I & B, de la ciudad alemana de Sarrebruck, especializada en la formación juvenil a distancia (e-learning) de programas informáticos, ha aparecido estrangulada Roswitha Brecher, la secretaria de dirección. Además, el propio jefe, principal sospechoso y al que la policía tiene en su punto de mira, ha desaparecido sin dejar rastro. Una serie de pequeños actos de sabotaje contribuyen a sembrar el desasosiego entre los empleados de la empresa. ¿Hay un tiburón que nada en el acuario de los peces de colores? Precisamente son dos cínicos, un entrenador de fútbol y una comisaria, que se odian tanto que acaban por acostarse juntos, los que se encargan de poner orden en la paz celestial del acuario. Y lo hacen a su manera, de una forma muy poco pacífica. Comienza así una historia de intrigas, marcada por el desasosiego de los empleados de la firma I&B. Completa el libro una excelente reflexión del propio autor, Dieter Paul Rudolph, acerca de la literatura policíaca, Dieter Paul Rudolph nació en 1955 en Blieskastel (Alemania). Estudió Filología germánica y ha trabajado en programas multimedia. Es un crítico especializado en novela negra, coeditor del Anuario del Delito y creador del blog Watching the Detectives. Después de publicar varios ensayos, se dedica ahora a la ficción policial. La víctima es Roswitha Brecher, de ventinueve años, secretaria asistente de dirección en I&B GmbH, empresa del ramo de la alta tecnología sita en el campus de la Universidad del Sarre cuya actividad principal es el e-learning y la gestión activa de la información. El cadáver fue encontrado alrededor de las 18:30 horas por la señora de la limpieza, Monika List, en el despacho de Kurt Zeilert, director de la empresa... La causa de la muerte fue, sin duda alguna, el estrangulamiento con un chal amarillo fabricado con microfibras sintéticas; las características de este material no han permitido la obtención de huellas digitales. El chal perteneció, como han corroborado los primeros testigos, a la víctima y fue anudado al cuello de la víctima por detrás.